sábado, 27 de febrero de 2010

how about a nice warm cup of shut the fuck up?


En estos últimos días, con distinta gente, de lo más variada, tuve algunas discusiones acerca de 'lo bueno' y 'lo malo', no tanto (un poco sí) desde una perspectiva moralista sino más bien desde una mirada reflexiva sobre estas palabras, su significado, su alcance. Se habló. No tardaron en llegar varias opiniones con ciertas pretensiones de objetividad lo que hizo que desviara la charla (quizás no tanto) a la idea de verdad, de una verdad absoluta y universal. ¿Ahh seeeeee? ¿Dicha por? ¿Con qué criterio?. "Se sabe qué es lo bueno y qué es lo malo". Qué pocas ganas de cuestionar, problematizar y desnaturalizar estas nociones tan vagas que nos son impuestas desde la más tierna infancia. Si partimos de una base según la cual no podemos despojarnos de nuestro contexto, nuestro lugar en el mundo, nuestras creencias, nuestras vivencias personales, sin siquiera entrar en cuestiones más sociales (y absolutamente determinantes) como la clase, ¿cómo puede mi verdad ser la misma que la tuya? Simpatizo más con la idea sofista que juzga que el hombre es la medida de todas las cosas que con la idea de verdad platónica.
Ahora sí, volviendo a lo del 'bien' y el 'mal'. Tener un concepto tan cerrado de estos términos, una vara única con la cual medimos nuestros actos y los de los demás nos lleva a juicios de valor de lo más desagradables, a volvernos los moralistas más despiadados. Y con respecto al tema de la verdad y la objetividad, dejando de lado las terribles consecuencias que trae el intento de imposición de una supuesta verdad universal a un nivel más macro (qué fea palabra), es importante mantener la mente abierta, escuchar lo otro, comprender su verdad, sus porqués, sus razones de ser, interpretar las múltiples realidades, et cætera.
Qué serio, verga, la próxima pongo un diálogo de the big bang theory creo.

viernes, 19 de febrero de 2010

dressed up like a cholo on Easter.


No sé por qué la otra noche me puse a pensar en lo terrible que es no hacer nada, en lo violentamente dañino y deprimente que es para una persona. Ni esforzándome pude concebir algo más nocivo y hasta me animo a especular que es una de las mayores causas de depresión que existen actualmente. En momentos de mi vida en los que apenas tenía horas libres el domingo para dormir un poco llegué a anhelar la idea esa de 'no hacer nada' y hasta se lo envidié a un par de sujetos cercanos, pero cuando tiempo después me tocó vivirlo (por suerte no fue mucho) lo sufrí, fuerte. Es paralizante además... te empuja a seguir haciendo nada. Quiero marcar una rotunda y estricta diferencia entre lo que considero que es 'hacer algo' y estar anestesiado todo el día con boludeces, de eso no estoy hablando, por el contrario, siempre destaco lo valioso e importante que es tener una rica vida interior, espiritual, hay gente que por no bancarse a sí mismo tiene que estar recibiendo estímulos externos en forma constante ya sea de artefactos o personas. Es necesario poder estar bien estando solo, en todos los sentidos, solo con uno mismo, es lo que permite que puedas estar bien con lo ajeno, con el otro. Me acuerdo de charlar con un amigo acerca de estas cosas, hace unos años, bajando la montaña.
Pero no, me refería a 'hacer algo'. En una época solía pensar que uno era lo que hacía, hoy ya no estoy tan seguro de eso. Siempre me pasó que cuanto más hacía mejor aprovechaba el tiempo y más ganas de hacer me nacían. El que 'hace' tiende a seguir 'haciendo' y el que 'no hace', lo propio. Es casi newtoniano. No aclaro qué insinúo cuando digo 'hacer', creo que no hace falta. Es bueno tener responsabilidades, casi que muy bueno, generan movimiento, de todas formas hay que encontrar un equilibrio, cuando lo supe encontrar fue cuando mejor me sentí conmigo mismo. Si realmente no tenés NADA para hacer, leer creo que siempre es la mejor opción.

Seguramente a mucha gente le funcione otra cosa, otro proceder, odio cuando pienso en forma de sermón, no lo tomen en serio, es sólo lo que el conde opina.